"Para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias", Ryszard Kapuscinski

martes, 20 de noviembre de 2012

8N: impresiones desde el monitor y la calle



Por Martín Mileo
Alumno del Taller de PDI

El 8N amaneció en la Argentina bajo la luz del sol que anunciaba un día en el que el calor iba a ser el acompañante de las marchas. Hago énfasis en nuestro país porque a la protesta también se unieron compatriotas en otras partes del mundo, por lo que, si se puede decir, el 8N comenzó en realidad durante la madrugada. Esas sub-marchas se convocaron en sitios como Australia (en la ciudad de Sídney); Roma, Londres, Paris, Barcelona, Madrid, Málaga, Palma o Viena, en el caso de Europa, y también en la propia Latinoamérica, como sucedió en Río de Janeiro frente al consulado argentino.

“Yo participé en Madrid del cacerolazo, vivo aquí desde hace 5 años. Al llegar a las 19:30 ya había unas 60 personas con lluvia y frío. De a poco empezó a llegar la gente con banderas Argentinas y cacerolas. Había familias enteras, gente joven (mucha) y personas mayores. A las 21 horas éramos unas 500 personas en Serrano 90, consulado Argentino. No se escuchó una mala palabra o insulto, fue muy pacífico todo, había un camarógrafo de TN y mucha gente tomando fotos. Estuvo genial y duró caso 2 horas el cacerolazo, todo el tiempo se sumaba gente”, cuenta, por ejemplo, Julieta, que participó en el cacerolazo en el exterior desde Madrid.
Entre las consignas desplegadas por los manifestantes se encontraban reclamos por problemáticas como la inflación, inseguridad, intolerancia, y la “falta de respeto a las instituciones democráticas”. También se hizo eje (al igual que lo sucedido en el país) en temas como la relección y falta de “libertad”.

Ya en Argentina y hacia el mediodía, la presidente Cristina Fernández, acompañada por Daniel Scioli, encabezó un acto por la inauguración de un centro cultural en la localidad de Ezeiza en el que se refirió al 8N sin nombrarlo. Los medios se hicieron eco de las declaraciones. La Nación tituló “Cristina Kirchner habló antes del 8-N: "No hay que aflojar nunca, ni en los peores momentos", dándole así entidad a la marcha y enfatizando la gravedad del momento. Mientras que, Página 12 recogió la cita de Cristina: “En los peores momentos es cuando se conoce a los mejores dirigentes”, obviando referencias al 8N. Así mismo, en la bajada remarcó una posición de sectorización de la marcha y su vinculación con dirigentes de la oposición.
Además, Cristina ya se había comunicado a través de las redes sociales por la mañana donde resaltó que la marcha sería una evidencia de la calidad de la libertad de expresión en la Argentina de hoy.

En cuanto a la cobertura por parte de los medios de Buenos Aires durante el preludio de la marcha, destacó la diferencia en el seguimiento de acuerdo a su valoración de la gestión del gobierno de la Nación. Por ejemplo, en sus versiones on-line, medios de la oposición como La Nación e Infobae exhibían una marquesina que anunciaba el seguimiento en vivo de la protesta y que funcionaba como link hacia todas las notas referidas al tema. En cambio, Página 12, alineado con el oficialismo, no presentó información al respecto, al menos no hasta el inicio de la marcha en sí.

Con esos matices el día transcurrió bajo la expectativa por conocer la masividad que tendría la protesta. Finalmente, a las 18 horas empezó la concentración en Buenos Aires en el Obelisco, que sirvió como punto de encuentro de los manifestantes. Además, también concentraron en Plaza de Mayo, logrando un número que varió, una vez más, según la posición de la fuente que declaraba: para la Policía Federal fueron unos 150 mil (que luego achicó a 70 mil con el correr de las horas), mientras que la Policia Metropolitana estimó una cifra de 500 mil personas.

El centro de Buenos Aires no fue el único sitio: se estima que unas 60 mil personas se concentraron a protestar frente a la quinta presidencial en Olivos, mientras que, en el interior del país 50 mil personas “cacerolearon” en Córdoba, 20 mil en Rosario y hubo fuertes convocatorias en Mar del Plata, Mendoza, San Juan, Tucumán, y Salta.


En La Plata, también

En la ciudad la concentración comenzó a producirse a partir de las 19 horas en la esquina de 7 y 50, frente al Pasaje Dardo Rocha. Desde allí comenzaron a escucharse los ruidos de las cacerolas y algunos cánticos, mientras la movida era registrada por un móvil de televisión. Alrededor de las 20, una hora después y ya con una convocatoria que se había incrementado, la movilización partió hacia calle 51 y desde allí confluyó hasta Plaza Moreno, el epicentro del cacerolazo.
Ya en la plaza, se podía observar que, además de las cacerolas que ya se han hecho costumbre como instrumento de protesta, una variedad de manifestantes portaban banderas nacionales, máscaras de la figura del seudónimo Anonymus y pancartas en donde se sintetizaban los motivos de la movilización: los reclamos. Estos se centraron en torno a la negación de la posibilidad de una modificación de la Constitución Nacional que permita la relección presidencial, así como también una crítica por la inflación de los precios y la inseguridad.

Empero, estas consignas sólo aglutinaban lo que fue una multiplicidad de mensajes que se caracterizaron por su heterogeneidad. “No a la reforma constitucional, no al proyecto unificación civil comercial”, expresaba uno en referencia al proyecto de la legislatura de una unificación y reforma de los Códigos Civil y Comercial. “No quiero dólares, no quiero corrupción, quiero seguridad”, expresaba otro, planteando una distinción en el reclamo con respecto al tópico de las restricciones al dólar, teniendo en cuenta que en la marcha del 15 de septiembre aquel pedido fue objeto de crítica por el arco del oficialismo. “Argentina no es Venezuela, entendelo Cristina, no al chavismo”, fue otra de las consignas que se repitió en los afiches. Acaso el cartel que manifestaba mayor rechazo (a diferencia del resto) decía que “el peor enemigo de un gobierno corrupto es un pueblo culto”.

Por otra parte, hubo también escritos sobre temáticas de actualidad, como la del conflicto de la Fragata Libertad retenida en Ghana o repudios dirigidos hacia el dirigente del Miles Luis D’Elía.

Además del uso de pancartas, los manifestantes entonaron el himno nacional y ciertos cánticos como “Yo no la voté” o la pregunta “Si este no es el pueblo ¿el pueblo donde está?”. Este último cántico puede ser interpretado como una autoafirmación de clase. Lo cierto es, que en un principio, se podía observar gente que, por su vestimenta, aparentaba ser de clase media y media-alta. Ya en Plaza Moreno y con la masificación del cacerolazo, se podía observar, en cambio, una preponderancia del primer grupo de clase media. Un ejemplo de esto que sobresalió fue el de una manifestante vestida con harapos que portaba un cartel que decía: “busco empleo hace un año. No me lo dice la ‘corpo’, me lo grita mi bolsillo”. Su pedido contrastaba por no ser una demanda política del común, sino el reclamo por su desocupación.

Luego de las 21 la marcha empezó a dar vueltas alrededor de la plaza a modo de conclusión. En medio de la gente se lo pudo ver también marchando al diputado provincial por la UCR Sergio Panella. “Venimos a acompañar a la gente, a custodiar también para que no exista violencia ni infiltrados y para que la gente se exprese. Algo nos están diciendo y el gobierno se tiene que hacer cargo. Hay algo que queremos mantener vivo, y es el tema de la democracia y para eso nosotros luchamos, participamos y trabajamos constantemente para que la gente se pueda expresar. Sólo hay cosas que compartimos y cosas que no”, declaró. Quizás su presencia allí buscaba un acercamiento ante una realidad que parte de las pancartas también apuntaban: el descontento para con la oposición.


9 de noviembre, el “post”

El día después encontró al oficialismo tratando de minimizar el cacerolazo y a la oposición buscando proponerse como una alternativa capaz de canalizar los reclamos de la masa manifestada. En este sentido, las declaraciones de dirigentes e intelectuales del kirchnerismo calificaron la marcha por la negativa debido a lo que consideraron como su carencia de representación en la política. Cristina Kirchner, en un acto con intendentes del conurbano declaró que "el verdadero problema es la falta de un dirigencia política que represente un modelo alternativo". En consonancia con esto, uno de los intelectuales de Carta Abierta y filósofo, Ricardo Forster aseguró que le “preocupó la distancia entre lo que pasó ayer en todo el país y la representación de algún aparato político".

Por el lado de la oposición, el alcalde de Buenos Aires Mauricio Macri dijo “emocionarse” con la marcha y apuntó que la gente “no quiere esperar tres años más”. En tanto que Antonio Bonfatti, gobernador de Santa Fe, manifestó que “lo importante es el 9 de noviembre, qué hacemos con esto, qué espacio le damos a poder escuchar lo que la gente dice y avanzar con los consensos necesarios”.

A la hora de analizar y extraer conclusiones sobre lo que significó y puede significar la marcha del 8N a futuro vale hacer un paralelismo con los cacerolazos de 2001 por la igualdad en la forma de expresión y protesta. También por la realidad de un país que es capaz de repetirse con la apariencia de no aprender de los errores.

Sin embargo, hay dos diferencias a tener en cuenta entre esta y aquella manifestación. En el 2001 el mapa de los medios no era el de ayer, en el que se podía observar a Cynthia García, movilera de 6-7-8, teniendo un diálogo con los manifestantes que desbordaba tensión y cuestionamientos. Tampoco (y esto es de celebrar) esta vez no hubo represiones como en las marchas contra el gobierno de Fernando De la Rúa ni ese clima de violencia.

En este panorama, pues, parece una contradicción reivindicar las marchas de aquella crisis y al mismo tiempo asociar a los manifestantes de ayer con consignas o sectores que fomentan la destitución. Para el otro sector, el de los llamados ‘caceroleros’, también existe la crítica. Si en 2001 gritaban “piquete y cacerola, la lucha es una sola”, ayer en las calles se vio un vacío, el de una fractura de clase. Durante la convocatoria en el Obelisco, varias familias en condiciones de pobreza, que duermen allí al no tener techo, no pudieron hacerlo. Su imagen era un postal de aquello que en verdad es el problema desde el 2001, a diferencia de la falta de un político que lidere o represente a la masa como diagnosticó el kirchnerismo.

8N: Crónica de un ritual anunciado




Por Rodrigo Maneglia
Alumno del Taller de PDI
     
Cuenta una leyenda platense, que durante los festejos de la fundación de la ciudad de La Plata aquel 19 de noviembre de 1882, la concurrencia del sector popular sufrió una jornada de calor, carne abombada para comer y mucho polvillo. Se culpó a Roca como intento de sabotaje para difamar la figura de Rocha quién supuestamente se lanzaría a la presidencia. Un grupo aquellos concurrentes, disgustados con el episodio, fueron en busca de una bruja india que vivía en el norte de Tolosa. Junto a ella se dirigieron hasta la piedra fundacional que se había colocado en el centro de la Plaza Moreno y una vez allí abrieron la caja de plomo que estaba dentro y profanaron la urna de cristal que contenía monedas y medallas de oro y plata, botellas de vino y champagne, un escrito de Dardo Rocha y una copia del plano de la ciudad, entre otros objetos de valor. 

Una vez saqueada la piedra fundamental comenzó el ritual de la bruja. Los participantes del maleficio daban vueltas en sentido antihorario alrededor de la piedra siguiendo la bruja, para lograr que la nueva Capital de Buenos Aires no se desarrollara a la velocidad de otras urbes. Por último se recitó “la maldición de los gobernadores”, con la cual Roca se aseguraba que Rocha nunca llegara a la presidencia de la nación u otros cargos políticos.
Me bajé del 275  en 6 y 49 porque la policía había cortado 50. Los medios pronosticaban 32 grados (Crónica 33), y en la Ciudad de las Diagonales, caminando por avenida 7 la sensación pareció de unos 40 grados a los que mi frente respondía con humedad y ardor. Comencé la travesía.

 Una Jeep Cherokee pasa a los bocinazos  por la avenida con banderas de argentina. Sigo avanzando hacia el lugar de la convocatoria. El sol comenzó a bajar y las luces de las publicidades comenzaron a encenderse al igual que las lámparas de que iluminan las calles.  Un móvil de Arteve se encontraba estacionado en 7 y 50 (lugar de encuentro para el inicio de la marcha). Por la calle 51, grupos de personas caminaban en dirección a  Plaza Moreno (12 y 51), el final del recorrido.

     A medida que nos acercamos al lugar, las cacerolas se hacen oír. La gente se concentró mirando hacia el palacio municipal, dando la espalda a la Catedral y sobre el dibujo en el suelo de la Plaza que recuerda a Jorge Julio López, desaparecido en el 2006 luego de atestiguar en el juicio contra el ex represor Miguel Etchecolatz.

Muchedumbre. Banderas argentinas, ruido de latas, cacerolas, aplausos, personas filmando con celulares, otros subidos al pedestal de un mástil y sacando fotografías, mirando a su alrededor. Desde el Palacio Municipal se abren las ventanas y algunas personas se asoman junto a los flashes de cámaras que se disparaban al gentío sobre la plaza. Son las 19:50.

     La plaza moreno forma un cuadrado vista desde arriba y va desde la calle 50  a la 54 y de 12 a 14. Está dividida en diferentes espacios verdes enmarcados por cercos de ligustrinas con una altura de 40 centímetros aproximadamente y rodeados por caminos de baldosas junto con cuatro estatuas de vírgenes dispuestas en esquinas opuestas que representan las cuatro estaciones. En el medio, la plaza tiene un camino similar a una avenida en tamaño, pero de baldosas. Allí se concentró la manifestación.

Por momentos se escuchan los cánticos del ritual: “Si este no es el pueblo, el pueblo donde está”, “que se vayan todos, que no quede ni uno solo”, “el que no salta tiene un plan”, entre otros. A la base de fondo se le suman silbatos, bocinas y hasta vuvuzelas. Más tarde arribarán algunos petardos y bombos. Eran las 20, la hora de inicio de cita según la convocatoria.

En el sector más próximo al Palacio Municipal, empiezan a levantarse los carteles: “Violencia es mentir”,  “clase media discriminada,  pisoteada, presente”, “cambio de gabinete ya”,  “basta de impunidad, soberbia y mentiras”, “seguridad, libertad y educación”, “Menos micrófono y mas audífono”, “Cristina basta”, “korruptos”. Un grupo de tres personas con banderas argentinas colgadas en sus espaldas en forma de capas y con unas máscaras de Anónimus sostienen una pancarta con la frase “Justicia. El peor enemigo de un gobierno corrupto es un pueblo culto”. Se forma una ronda que genera un espacio vació en el medio y la gente comienza a cruzarse de un lado a otro con sus carteles: “más seguridad”, “justicia y democracia”,  “no a la re-re”, “señora la constitución no se toca, se respeta”, “opositores ineptos basta”.

Mientras tanto, en la pantalla del televisor a las 20hs, TN titulaba “Protesta en Rosario”,  C5N “Marcha en el obelisco, caos en el tránsito”, Crónica “Protesta en la Capital”, A24 “Caos en la ciudad y 8N”, entre otros.

     Una señora pasa vendiendo ensalada de frutas como sucede en los recitales, mientras de fondo se escucha un bombo improvisado con un balde, a cargo de un niño. Dos móviles se asoman al lugar: uno es Arteve en la esquina de 12 y 53, y el otro Cablevisión al costado izquierdo de la entrada al palacio municipal. Las cámaras se hicieron presentes y comenzaron a entrevistar a los participantes. 

     8:20  la muchedumbre cruza  la calle 12 y se posa sobre entrada de la municipalidad y llega  hasta el centro de la plaza, formando un rectángulo entre el Palacio institucional y la Catedral. Sigue viniendo gente de todas las edades, grupos de amigos, padres con sus hijos, mientras otro señor recorre el paisaje vendiendo agua.

     Desde el palacio municipal comenzaron a cerrar las ventanas. Más adelante en tiempo se verán algunas de aquellas fotos tomadas en diarios como Clarín, LaPlataYa.com o el Hoy.  Por lo pronto, la muchedumbre sigue agitando el sonido denunciante. Entre la gente se encuentra Marcela, de 25 años y descendencia mapuche. Trabaja de empleada de comercio de una librería de la ciudad y estudia Diseño en la facultad de Bellas Artes de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), aunque en realidad proviene de 25 de Mayo (Buenos Aires). Se enteró por las redes sociales de la convocatoria. Dice no pertenecer a ningún partido político aunque simpatiza más con la izquierda, con el Partido Obrero. Entre sus manos tiene un cartel que denuncia “violencia es mentir”.

-“La elección de venir acá es personal: no me siento identificada con el gobierno como trabajadora ni como estudiante universitaria. Hace 5 años que estoy acá. Vivo en un departamento con cuatro compañeros porque es la manera que encontramos para poder estudiar. La universidad pública y gratuita que tiene tanta fama no es tan cierta, porque necesitas recursos que no todos tenemos. Yo gracias a Dios conseguí trabajo pero no puedo cursar en el año todas las materias que debería porque no me da el tiempo para trabajar y estudiar. Llevo 5 años estudiando y estoy en segundo. Ahora recortaron un 30% en las becas para los alquileres y creo que están haciendo recortes en educación, seguridad y eso es lo que estamos sufriendo. No veo que corten dietas ni de diputados, ni de senadores, ni de presidente, ni de nadie. Por eso estoy acá”.

Héctor, un señor con canas y de unos 50 años, se encontraba en la esquina de 12 y 51, observando, alejado y aplaudiendo. Sin que se lo haya preguntado me asegura no haberse movilizado por el llamado de nadie, sino que se describe como un autoconvocado por sus propias convicciones. 
-“Para mí lo más importante es el tema de la seguridad. Vengo a reclamar para que el estado tenga una política propia en cuanto al tema de inseguridad. A mí me gustaría que esto se siga llamando la republica Argentina y no pasemos a ser la colonia bolivariana. Dicen que nosotros vivimos en democracia ¿vos crees que es así?”.

      Levanté la mirada. Desde la Torre Uno (12 e/50 y 51) colgaba un cartel que ocupa seis pisos y dice “Paritarias, blanqueo ya, no al ajuste”. Seguí abriendo camino sumergiéndome de nuevo en el centro de la plaza y encontré a María. Una señora jubilada del instituto de previsión social que tenía entre sus manos un cartel con una foto de la Fragata Libertad por la cual protestaba por considerar una vergüenza el hecho de que no vuelva a nuestro país.

-“Yo soy de otra época, donde teníamos educación, donde no había tanta libertad en la educación como ahora (los chicos hoy hacen lo que quieren), hoy no hay respeto y creo que mandan mas los alumnos que los profesores. Yo creo que esta gente no tiene idea de gobernar. Yo no vine por política, vine por la inflación, porque tengo que hacer cambios en mi casa y pagar los servicios mientras ellos viven en Puerto Madero. Ayer se cortó el agua y yo no estoy para andar levantando baldes a mi edad y es porque este (Bruera) se manda los edificios. Yo quiero orden y progreso, como alguna vez lo tuve”.

   Dentro de la manifestación una joven de 21 años pasa fotografiando los carteles CON consignas  junto a sus creadores. Se trata de Antonela, una estudiante de Derecho de la UNLP  oriunda de Berisso. 

-“Me movilicé hasta acá porque no estoy de acuerdo con muchas de las actitudes del gobierno y principalmente de la presidente, con declaraciones que son muy desagradables sobre la docencia, el dólar y la libertad de expresión porque si bien dicen que hay yo no veo que sea así. Uno puede manifestarse pero si se sienta a dialogar con una persona kirchnerista enseguida te tratan de gorila. Si estas en contra del gobierno no quiere decir que seas un fascista, directamente no pienso igual que ellos. Pienso que la presidente está haciendo una división muy importante entre los ciudadanos argentinos y a partir de sus mentiras está generando aún más violencia”.  

     Eran las 21:25 y mientras recorría el lugar bajo la noche ya instalada, una señora pasó al lado mío golpeando una olla y diciendo “vuelta a la plaza”. Cuando levanté la mirada, una ola de gente se direccionaba a realizar el recorrido propuesto en sentido antihorario. Me decidí a seguir a la marea.

Dentro de la correntada se encontraban Sandra y Gonzalo, madre e hijo. Son de Gonnet y ella decía que estaba por faltar a la marcha por haber estado a la tarde casi descompuesta del calor. Llegaron 20:50. Cuando prendió la tele y vió la movilización y la gente se decidió por venir. 

-“Las mentiras y la corrupción que hay en el gobierno, no se puede creer en las instituciones”.

Además aseguró que con la movilización ella espera “que cambien las cosas porque hoy con el voto no los podés cambiar. Porque el voto está comprado con los planes y ya el sufragio no sirve para decir que no. Por lo menos vamos a decir que no con la presencia, pero creo que esto no va a cambiar nunca”.

Mis ganas de seguir con la corriente se fugaron y me separé del ritual. Sobre la calle 12, entre el Municipio y el mástil de la plaza, se encontraba un grupo de estudiantes de profesorado de historia y un amigo de uno de ellos. Se trata de un trabajador de unos 40 años. Este último fue quien se decidió a primero del grupo a hablar.

-“Te matás laburando y el gobierno te saca con el impuesto a las ganancias aquello por lo que te rompiste laburando. Muchos nos tildan de gorilas pero yo no voy a andar pagando por estos negros de mierda que tienen los planes. Yo laburo dieciséis horas diarias, esa es mi postura. Igualdad sería brindarles un trabajo, una cobertura social y salud, no darle planes sociales. Un país todos juntos, porque blancos y negros y que no haya grises. Que haya grises porque acá uno opina A y el otro opina Z, basta. Yo quiero que haya laburo para todos y no pagarle a la gente para que no haga nada, o que vaya a las marchas. Yo tengo seis pibes ¿por qué me tienen que descontar a mí para pagarles a otros si yo me lo gano? Esa es mi bronca.

     Uno de los estudiantes de historia se acerca y me dice: “Que se corte la corrupción, pero no solo de este gobierno, sino de todos los políticos y partidos, de los kirchneristas, los peronistas, los radicales, etc. Si tienen que cobrar diez lucas listo, que no se llenen los bolsillos con más, que no agarren otra plata que no les corresponda”.

     Son las 22:15 la ceremonia comienza a desarmarse. Sin embargo, desde un grupo electrógeno unos concurrentes comienzan a darle aire a un inflable que formaba una cara que no se podía distinguir bien. Instantes más tarde lo rompieron y la gente se agrupó. Una chica fue empujada y se generó una confusión que derivó en frases como “esto es lo que ellos quieren. No hay que darles el gusto, no armemos quilombo”. 

El autor de la obra es Alejandro Mañane de 52 años y actual residente de La Plata. Es un escultor que recorre el país mostrando lo que hace y que dice haber trabajado para el gobierno kirchnerista y ahora estar en contra. 

-“Yo hago esculturas inflables e intervenciones urbanas, siempre a favor de la paz. Este inflable que rompieron es un simbolismo de un candidato político inexistente que pregona todo lo que está mal, porque nadie pone la cara, y acá hay uno que lo hace. Pero hay gente que tiene ganas de romper porque está furiosa, tiene bronca adentro y no razona. Lo confundieron con no sé quién y lo destrozaron”.

La movilización se fue desarmando y a las 23hs la gente ya se había ido. Después de aquella protesta, de aquel ritual con gritos, cacerolas, petardos y puteadas,  de aquella vuelta en sentido contrario a las agujas del reloj que nace de un disgusto y genera el deseo de odio, al igual que en la leyenda urbana. Después de todo aquello, sólo quedaban en la plaza algunos murmullos que la marea no se llevó.

Cacerolazo sin cacerolas



Por Estefanía González Rebolledo
Alumna del Taller de PDI

Por la calle 51 se empezaban a escuchar los bocinazos que no llegaban a formar un coro. El calor subía por el pavimento donde dos jóvenes andaban en skate entre las filas de autos estacionados. Dos chicos vendían flores sin éxito entre los transeúntes y los vidrios de las ventanillas.  Llegando a Plaza Moreno a las ocho de la noche, ya se veía la postal del 8N, nombre que se le adjudicó a la protesta en contra de la gestión actual de Cristina Fernández de Kirchner.

Desde la convocatoria, las consignas fueron unificadas por el “basta”: “basta de inseguridad, basta de corrupción, basta de amenazas, basta de inflación, basta de mentiras, basta de impunidad, basta de aprietes, basta de dividirnos, basta de no oírnos”. Lo que se diferenció de la concentración anterior, la del 13 de septiembre, fue que al 8N ya no se le atribuyó el carácter de “autoconvocados y espontáneos”:” Yo, el mes pasado pensé que era, porque ya se hablaba desde hacía dos meses por lo menos. Me enteré por redes sociales, por radio, por tele, por todos lados”, dijo un hombre de treinta y tantos años que estaba, ya adentro de la plaza con su novia y un amigo. Ella se puso nerviosa al acercarle el grabador y pidió que entrevistara a su pareja. Éste comentó que estaba allí por el negocio inmobiliario que “se venía abajo”, y que le preocupaba porque él formaba parte de ese negocio: “A mí me afecta personalmente”. Al preguntarle por las consignas generales, respondió: “El eje central me parece que es la corrupción, la inseguridad y… (ayudame que me olvidé), la inflación”, “Y la soberbia y el autoritarismo con el que se manifiesta este gobierno”. Completó su compañero.

En la plaza el ruido a metal se mezclaba con los aplausos y las bocinas. Entre la gente que ocupaba toda la calle y una mitad de la plaza, había alrededor de diez banderas de Argentina. También había remeras con la bandera norteamericana e inglesa. Dos niñas de vestido pasaban saltando y sonriendo con un cartel entre sus manos que decía: “Basta de inseguridad”. Una señora de tacos parada en la esquina agitaba sus brazos en señal de “no”. Un chico de no más de veinte sostenía una cartón forrado en papel blanco sobre el que se leía: “Kretina, no te vayas con Chávez, andate Konchuda”, frase que circuló tanto en el cacerolazo anterior como en las redes sociales.

Cacerolazo que no tenía cacerolas. Los recipientes utilizados por los manifestantes variaban desde coladores y fuentes de cocina, hasta campanitas y panderetas. Tal vez, esto tenga que ver con la simbología de esta forma de protesta, ya que en su momento la cacerola significó la falta de comida y el hambre, mientras que hoy los motivos pasan por otro lado.

“Porque estoy harto”. Dijo un hombre con la cara marcada por las arrugas y de camisa. “Me tienen harto. No entiendo la intolerancia, de todo el gobierno. Harto de no poder hacer, harto de no tener todas las libertades que tiene cualquier país que tiene una democracia que funcione”. Afirmaba con el entrecejo fruncido mientras formaba parte de una manifestación que se apropiaba de la plaza y de la calle. “La libertad de poder salir y entrar del país sin tener que darle explicaciones a nadie. La Constitución lo dice. Dice que tenemos un país donde cualquier persona de buena voluntad pueda habitarlo y pueda entrar y salir del país las veces que le de la gana. Sin dar las explicaciones necesarias de por qué…. Lo de comprar los dólares tampoco lo entiendo, es decir, las restricciones, el problema energético, la intolerancia, las empresas que no funcionan. Depende a qué te dediques te vas a dar cuenta de cuál es el país que vivimos”. El señor había vacacionando el año pasado en Uruguay y Europa.

A medida que entraba la noche la humedad dejaba lugar al viento que se iba levantando cada vez más. Un chico caminaba sonriendo y levantaba un cartel en contra del voto a los 16: “Puedo votar, pero mi mamá todavía me firma el boletín”, una pareja levantaba otro: ”No hay pan para tanto chorizo”, un hombre se detenía para que le sacaran fotos a su cartel: “Si las mentiras tienen patas cortas, Cristina camina con el culo”. Los perros no faltaron: Golden, cocker, caniches toy, de las correas con sus dueños.

No estoy de acuerdo absolutamente con nada. Es todo mentira, todo lo que se dice es mentira, es un relato y la realidad es otra que nos golpea diariamente, y eso no lo ven. Yo lo que no soporto es escuchar un discurso que realmente confronta, nos enfrenta, y la verdad que ya lo hemos vivido en otra época” Con otra época se refería a la década del ´70, y a nuestra historia en general: “Hemos crecido con el gorila, y el no lo era, el peronismo y el antiperonismo, y la verdad estoy saturada” La señora, de sesenta y seis años,  habló de la falta de trabajo y de los planes trabajar que, según ella, sólo se los dan a quienes son “clientes” de este gobierno. También hizo alusión a la división de la sociedad. Cuando esta cronista le preguntó si estar en una marcha donde las consignas en vez de ser propositivas son en “contra de”, no era profundizar esa división, me interrumpió repetidas veces alegando que sus consignas no eran ambiguas, algo que yo nunca había pronunciado.

Otra señora que pasaba los sesenta, junto con su marido, llevaban como bandera “La propiedad privada no se toca”: “Sí, respeto a la propiedad privada porque han sacado una ley donde dice que acá en la provincia, toda la zona de los countrys, quieren que cedan entre un 10%  y un 30% de las tierras para hacer viviendas… para la gente, para hacer casas para la gente que no tiene. Y eso es propiedad privada. Lo que es privado es de uno, punto, no lo pueden tocar”, “Y empezarán por un country y terminarán con un baldío, y eso es lo que no corresponde. La propiedad privada es sagrada.” Continuó su marido.

La plaza se empezó a vaciar y la calle se terminó de colmar. La gente iba dando la vuelta a la manzana, haciendo sonar sus recipientes y cantando “Si este no es el pueblo, es el pueblo donde está”.


miércoles, 14 de noviembre de 2012

Plaza de toros




La manifestación del 8 de noviembre en contra del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner tuvo muchos centros de confluencia, la zona aledaña a la Plaza San Martín en Capital Federal fue una de las más concurridas.

Tomás Vicel 
Alumno del Taller de PDI
  
La línea Mitre viene llena, el tren dejó atrás la estación Lisandro de la Torre y parece que nadie se bajó, hamacándose se acerca cada vez más a Retiro, son las 20:40. La movilización debe haber empezado hace un tiempo ya. Ramos Mejía se convierte en Maipú después de Libertador y siguiendo esta ruta se llega a la Plaza San Martín con sus hoteles Marriot sus edificios de American Express y sus locales de ropa y carteras. En Plaza San Martín funcionó la última plaza de toros de Buenos Aires por el 1800 hasta la prohibición de esta práctica en 1819, antes de que San Martín juntara allí a su tropa de Granaderos a Caballo. 

Como toros, en manada, o como Granaderos, marchando, vienen desconcentrándose de la 9 de julio los manifestantes, caminan por Santa Fe empuñando banderitas de plástico celestes y blancas y carteles enrollados. Algunos se detienen a responder:

-Vengo a la marcha a protestar contra el gobierno actual, por todo, por la forma que tienen de gobernar. Es la segunda vez que vengo a una marcha la otra también contra el gobierno.

-Vengo porque no estoy de acuerdo con este gobierno. Me parece que es un gobierno que no es democrático, que abusa del poder. La verdad hay una lista enorme, son muy corruptos, me parece que tienen un rencor enorme, miran los 70 y no miran para adelante, necesitamos construir un país que mire el 2020, que mire el 2030, no podemos seguir viendo el pasado y bueno después lo que a todos nos pasa, inflación inseguridad- afirma un hombre de unos 40 años que lleva un cartel que dice “NO A LA RE RE” en la mano.

-Lo que más me preocupa es la inflación pero bueno eso es circunstancial no es lo que más me preocupa, lo que más me preocupa es a dónde vamos, terminar en ser Venezuela, no me gusta ser Venezuela no quiero ser comunista- afirma el mismo hombre mientras se aleja caminando de la manifestación.

En 9 de julio el gentío se hace mayor, están concentrados en la “avenida más ancha del mundo” y si bien vienen dispersos, cada cual caminando a su ritmo, la ocupan a lo largo. A siete cuadras está el Obelisco y allí se ve la mayor concentración de gente. Hay personas de todas las edades, unos cuantos grupos familiares enteros. Llevan jarritos de metal que golpean con cucharas, cacerolas, cornetas y cualquier elemento que les sirva para hacer ruido. Algunos tienen carteles manufacturados otros llevan el que tenía el hombre de cerca de 40, el que dice “NO A LA RE RE”, estos fueron repartidos, me confiesa una señora a la que le pregunto si conoce las siglas OTR que firman el cartel:

-No me interesa quién lo hizo, me interesa la consigna así que no me interesa quien la firma porque comparto la consigna, puede ser la Universidad de La Plata que  también esto de acuerdo- Esta señora en particular se asombró al ser anoticiada que las preguntas que se le hacían eran para la Universidad de La Plata “porque ustedes son re K y son intolerantes” afirmó. Nadie supo contestara qué significaban las siglas OTR del cartel y desde este medio tampoco pudimos identificarlas.

Los jóvenes son los más recelosos a la hora de contestar preguntas, prefieren no hacerlo, se sienten incómodos al ser abordados con el reporter en mano y esgrimen que están apurados que no pueden contestar, sin embargo un estudiante de economía y una joven de unos 20 años acceden, como todos sin dejar de caminar:

-Me acerqué para protestar contra todo lo que está mal de este gobierno, osea, la inseguridad, varias políticas económicas que estoy en desacuerdo, entre otras el cepo al dólar pero están aumentando el gasto público sin consideración mucha desinversión en todo lo que es servicios. Me parece que están afectando mi futuro, yo tengo 19 años, por ahí ahora la gente no se da cuenta pero se está dejando pasar una oportunidad muy buena, entonces todas las medidas estas se van a ver a largo plazo como afectan al país.

-Nos enteramos por las redes sociales y nos acercamos porque Cristina es una…-una amiga la interrumpe y comienza ella a hablar- No, nos acercamos porque estamos en contra de la re re-elección, estamos en contra de que no podamos salir a la calle, no podamos usar el transporte público sin que se rompa, queremos vivir en paz, queremos salir a la calle y que ande todo bien. Que no se divida a la gente, que tipo, que no sea bardear la otra parte o siempre atacar a la otra parte sino que al revés, buscar algo que deje contentos o contente a la mayoría.

Una pareja de unos 50 años lleva un cartel que llama la atención “Cristina queremos alimentar a tus hijos, no a los tuyos” dicen que no tiene nada que ver con la Asignación Universal por hijo pero la inscripción no deja de ser llamativa.

Como los toros, y no como los granaderos, esta masa de gente marcha sin un rumbo, nadie cree en otro candidato político o no reconocen creer en ninguno, algunos tienen cierta simpatía por el PRO de Mauricio Macri pero tampoco se los nota seguro, abunda la desilusión y el escepticismo, para estas personas la clase política parece ser toda igual. Tal vez esa es su gran diferencia con el sector al que se oponen, la falta de un modelo superador que los englobe, la falta de una propuesta alternativa. Como los toros dan cornadas sin rumbo, se pierden por las calles aledañas a la Plaza San Martín y si bien son de la misma especie no son lo mismo, parecen cegados por la ira, parecen perdidos.

Las cacerolas no suenan porque están llenas



Por Julieta Gugliottella
Alumna del Taller de PDI

Dejemos de lado, por un momento, las intenciones de descalificar a los manifestantes por su vestimenta, marca de auto, cartera, barrio o clase social. Todo ciudadano, en contra o a favor del gobierno, tiene derecho a manifestarse bajo las reglas de la democracia, sin sufrir, por ello, represión, censura o descalificación alguna.
     
Ahora bien, hablemos entonces, de espontaneidad. Nos referimos a algo que se da por sí sólo, sin agentes dedicados a provocar el hecho. Alfredo Leuco desde La Nación, Francisco de Narváez desde Canal 26, Hugo Biolcati desde canal METRO, Marcelo Longobardi desde la editorial de su programa, Mauricio Macri desde un acto, Patricia Bullrich desde su página web, Cecilia Pando desde su twitter, y algunos  medios de comunicación fogoneando, fueron sólo algunos de los que se encargaron de convocar todos los días al cacerolazo del 8N e invitar a todo ciudadano a que reclame por “sus derechos”.
     
Hablemos también, de consignas a la hora de la protesta. Con anticipación se dijo que debían reinar la paz y la armonía, a fin de evitar, como en las dos ocasiones anteriores, el clima de violencia que se había generado en el Obelisco de Buenos Aires contra colegas de los programas Duro de Domar y 6,7 y 8.
En el 8N, sin embargo, se repitieron estas situaciones contra algunos periodistas, y hasta  fueron un poco más allá, golpeando a periodistas de C5N, Telefé y hasta Canal 13.
     
Podemos también, nombrar cómo los medios de comunicación se encargaron de cubrirlo. ¿Tantas miradas pueden existir sobre un mismo hecho? La respuesta es sí, y si había alguna duda, la misma dejó de existir luego de estos episodios. ¿Por qué querrían algunos no mostrar en vivo los testimonios de las distintas personas que concurrieron a las plazas, sino más bien hacer una selección, editarlas y luego mostrarlas? ¿Por qué un medio que sufrió también la agresión, al igual que sus colegas, no iba a querer tenerla en cuenta a la hora de informarme? Porque no condice con su discurso.

Sin embargo, y a pesar de los intentos por parte del poder de los medios y prácticamente toda la oposición, los manifestantes siguen teniendo una carencia: no tienen un representante institucional. Alguien con voz y voto que pueda elevar reclamos que, por más ruido que hagan las cacerolas, se solucionan desde el parlamento, desde el Estado, desde las elecciones realizadas en el marco de la democracia, donde cada uno de los argentinos elige quién y cuándo los va a representar. Una masa sin representación, en términos institucionales, es una masa sin un liderazgo que pueda guiarla, representarla y expresarla en los lugares que hay que hacerlo.

No hace falta redundar en análisis de este tipo para darse cuenta qué clases sociales son las que hoy ponen el grito en el cielo. Si bien es cierto que es una masa cuyo reclamo coincide en una consigna, también es cierto que no se ven pobres ni hambrientos. Se ven, en cambio, clases sociales sin apremios, en contra de un Estado que apunta a quienes menos tienen.

Los que siguen estando en contra de la Asignación Universal por Hijo siguieron afirmándolo, aquellos que se dirigieron a la Presidenta con insultos, aquellos que le desearon la muerte haciendo referencia a Néstor Kirchner, volvieron a aparecer. Tampoco faltaron quienes desmintieron que haya desaparecidos y los que aseguran vivir en una dictadura. Lo que sigue sin aparecer, es un Estado que se fundamente en la represión, es una censura hacia la concentración y la manifestación. ¿Libertad? ¿Y acaso eso qué es?

Las consignas fueron “libertad y justicia”, y cuando se les preguntó a qué se debía ese reclamo, dijeron no ser abogados para responder. “Democracia”, y cuando se les preguntó si las elecciones y estar protestando sin dificultades en una plaza no lo era, respondieron simplemente que no. “Que se vaya”, pero cuando se insinuó un reclamo que podría considerarse bajo los preceptos que la Constitución refiere acerca de la conspiración para destituir, no se quiso seguir discutiendo el tema.

Vale la pena mencionar cómo se construye la credibilidad y el derecho a opinar. Se destaca, tanto en algunos medios como en los propios manifestantes, la ausencia de políticos, la falta de banderas que representen corrientes o partidos, la no militancia de los caceroleros y la no participación en términos institucionales. ¿Por qué acaso debemos naturalizar esas características como algo a valorar, como personas que tienen más derechos que otros a opinar y protestar? 

Las cacerolas sonaron en el 2001 por hambre, por una desocupación del 50%, por la baja de los salarios,  porque los chicos no podían ir a la escuela por no poder comer, porque mientras algunos no paraban de crecer, lo hacían a costa de la pobreza de más de la mitad de los argentinos. Las cacerolas sonaban porque no tenían nada dentro. Hoy, en cambio, suenan porque volvieron a llenarse y no lo quieren compartir.